Mirarte a ojeadas furtivas
la maravilla de ese desden
de tu silueta viva
que ni a alborozazos me ven.
 
La mirada con tanto garbo
que a veces escapas hacia mi,
mientras que yo ardo
con mis labios que tropiezan entre si.
 
Tu que te divierte perversa,
al despeñar tu pelo
me ha haces pensar a la inversa.
 
Pero lo sabe hasta el añil del cielo,
ni tu ni yo queremos -que locura-
poner fin a dulces travesuras.