Princesa
Publicado en Oct 10, 2013
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   "Ahora  es demasiado  tarde princesa, le reitera Sabina, seguramente, a un amor que nunca quiso creer que pudiera significar algo especial para alguien o tal vez se lo creyó de más. Muchos, sin saberlo, estamos inmersos en esa misma condición y aunque parezca increíble, ¡o somos unos incrédulos de nosotros mismos o creemos hasta el abuso! Ridículo, sí, estúpido,
también, pero sucede con tanta frecuencia...".

   De inmediato detuvo el anacrónico  pensamiento. Se estaba yendo por las ramas y para esa hora de la mañana, su pensamiento era una idea tan inoperante como querer proponerle a Teresa que no fueran a clases. Tocó el timbre. No pasó mucho para que apareciera una encorvada anciana, que nunca había visto tan cerca y que portaba un sucio delantal con cuadros verdes que ya era parte de su atuendo. La anciana de inmediato se delató como amargada y casi ciega, porque mientras preguntaba a gritos. "¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?", dirigía su afectada mirada al vacío, tal vez con la esperanza de que los gritos simularan que ya
casi no veía nada o que estos le enviaran una respuesta provocada para así reconocer alguna voz.

   "¿Está Tere?", preguntó Joel en forma abrupta y con un tono de voz que invitaba a  la anciana a callar. No respondió. Se dio media vuelta dejando la puerta abierta en un acto de inesperada y audaz confianza para una mujer de su edad y para en una deformada ciudad donde "los mata viejitas" son noticia un día sí y un día no y los homicidios dolosos ocurren cada seis minutos.

   Joel escuchó otro grito incomprensible de la anciana y casi de inmediato, en el fondo del pasillo, adornado por una leve penumbra, apareció el bello rostro de Teresa. "Es hermosa...y muy vanidosa.", pensó. Cuando la hermosa joven estuvo frente a él, lo besó distraídamente y con un notorio desgano en la mejilla. Después, sin siquiera darle oportunidad a corresponder su saludo le advirtió, "Ya no soporto ir en micro a la escuela, es un tormento. O te compras un coche o te va salir muy caro irte conmigo todos los días en taxi o de plano, cada quien se va por su lado.".

   Joel guardó silencio simulando su hartazgo por tales exigencias, pero no lo fue muy difícil, era incapaz de hacerle un solo reclamo a Teresa. Sin embargo, ahí no paró la retahíla de motivos y justificaciones, que escuchó sin una sola pausa durante todo el recorrido, hasta
que el taxista le dijo "Son sesenta joven".  El gesto de Joel, una mezcla de sorpresa y
resignación hicieron sonreír al chofer y desilusionó a Teresa, que bajó del taxi sin esperar que Joel pagara.
 
    Una vez que el taxi arrancó, se quedó solo en la banqueta, inmóvil frente a la entrada principal de la preparatoria, Intentó seguir a Teresa con la vista, pero ya no la vio. En ese momento comprendió que la exigencia y la amenaza de Teresa ya eran una realidad. Esa fue la última vez que se fueron juntos a cualquier lado. Fue el comienzo de un alejamiento, que se volvió definitivo, a las pocas semanas.
 
   Siendo ella una de las mujeres más populares de su generación y él uno de los más retraídos, su separación no significó nada para ella y mucho para él. La vida prosiguió con la misma rutina, donde ella cada vez destacaba más y él, simplemente, se opacó hasta desaparecer de la escena.
 
   Por un largo periodo de tiempo, ninguno de los dos supo nada del otro. Sin embargo Joel, no la olvidaba a pesar de que su orgullo se lo exigía todos los días. Por eso mismo, casi nueve años después, cuando la vio sentada, tan desteñida y acabada, como si trajera a cuestas el peso de mil noches de desvelo, supo que la rutina del pasado, había cesado.

   Se acercó con extrema cautela buscando comprobar, sin que tuviera la más mínima duda, que era Teresa. Se sentó con discreción en la banca donde se encontraba. La observó distraídamente, meditando al mismo tiempo y sin ningún orden sobre la vanidad, el tiempo y las venganzas naturales. Teresa no se movía. No se había percatado de su presencia
porque continuaba con los ojos cerrados, disfrutando que los primeros rayos de
sol de esa afligida mañana le golpearan de lleno en la cara. 

    "¿Te...Teresa?, preguntó mentalmente con miedo. No había emitido un solo sonido. Temía que un error de su parte provocara que huyera. Permaneció sentado ahí un buen rato. Durante ese periodo ella no abrió los ojos ni hizo nada por ver quién la acompañaba. Los pensamientos
mezclados de Joel volvieron, pero ahora adicionados con ternura y lástima. Siguió ahí sentado en completo silencio, pero ya no tardó mucho en levantarse e irse. No volvió a saber de ella.
 
    Mientras se alejaba de aquel parque, de nueva cuenta, como aquella mañana, la música y
letra de Princesa aparecieron en su mente y le recordaron que una vez él había vivido lo que esta narraba.  

              

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Foto del autor Juan Carlos Maldonado Garca
Textos Publicados: 109
Miembro desde: Jul 09, 2009
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Descripción

Historia basada en lo que narra la cancin de Sabina.

Palabras Clave: amor soberbia vanidad tolerancia

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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