EL NIO JUANITO
Publicado en Sep 23, 2013
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EXTRACTO DE NOVELA: "EL NIÑO JUANITO"   He llegado al convencimiento que lo que es, la realidad en sí, encierra todo un enigma, un inquieto y terrorífico enigma por nuestro despiadado intento de interpretarlo todo como si hubiera una verdad racional. Sin embargo, por más conocimiento racional que adquiramos hay cosas habitan en el limbo del misterio. A una semana de regresarse mi madre al Callao tuve mi primer encuentro con Juanito. Estaba a punto de dormir, enredado en las sábanas con mi pijama veraniego. Las cortinas trasparentes se agitaban suavemente por el cálido nocturno  que soplaba por un abierto de la ventana. La luz de la luna imprimía una visibilidad suficiente en la habitación. No debí asustarme cuando entró una bocanada de aire, sino porque olía como al que me lanzó la mujer sobre la luna. Ese aroma se concentró al fondo de mis fosas nasales, hasta el paladar, hasta mi todo y hasta en el erizo espeluznante de todas mis vellosidades. No tengas miedo, Gabriel, era la voz de mi madre en mi conciencia y se desvaneció mi temor. Aún así, no me atrevería a cerrar del todo la ventana. En esa misma posición, tendido de espaldas y con las sabanas hasta el cuello esperaba despertarme por la mañana. Cerré los ojos para no querer ver lo que se me estaba dado a ver esa noche porque la cortina se agitaba más de lo normal. Respiré hondo y abrí los ojos y vi a un niño sentado en mi escritorio. Una buena tarde, en la semana  que gocé por entero con mi madre, me contó en una banca frente al mar que de niña se levantó de su cama para ir al baño en uno de esos vecindarios donde había un baño para todas las familias. Y en la fuente del centro del vecindario vio a su madre echándose agua al pelo. Se asustó porque una aureola de luz envolvía su silueta. Así que no le preguntó que qué hacía allí. Volvió disparada a su cama sin cruzar la fuente para llegar al baño y se meó en la cama.  A la mañana siguiente, en el desayuno, ella le quiso preguntar que qué hacía en la fuente a tantas horas de la noche, pero mi abuela materna se le adelantó diciendo “habría tenido arto calor esta noche que he soñado que me mojaba el pelo en la fuente”. Mi madre entre cortada le dijo, “pero si te heeee…”, no terminando la frase. “Te heeee qué niña… dime”… “No, mamá, nada”. Tal vez se me estaba dado a ver cosas igual que mi madre. A demás ella misma me lo dijo. Hijo, tú eres un elegido, Dios te revela otra realidad, al igual que a mí. Tú tienes ojos para ver eso que  se les está negado ver a los demás.   Por eso has visto a esa mujer en el patio. A mi abuela no le conté lo del niño. Seguro se molestaría e insultaría las razones de mi madre, mejor dicho, insultaría a mi madre. Así que mi secreto quedó en mí para proteger a mi madre que la quería tanto. El niño debía tener mi edad porque sentado sus pies apenas llegaban al suelo,  como los míos. Perecía estar escribiendo algo sobre un papel.  Se incorporó, corrió las cortinas y se dispuso frente a la ventana como mirando la inmensidad del mar. A mí me deleitaba ver el mar con la luz de la luna. Cerré los ojos nuevamente y me distraje pensando en lo que si veía era real. Tal vez soñaba. Ya no tenía miedo. Los abrí otra vez. Vestía pantalones vaqueros, un polo, zapatillas y gorra del mismo color, serían naranja. Levantó su mirada. Intuí que miraba a la luna. Seguro arriba se encontraba, también, la mujer que vi en el cumpleaños de mi padre.  ¿Sería su madre? Porque había cierta mansedumbre en su esmero como la que proporciona la mirada tierna hacia una madre. A ratos seguía el aire embistiéndolo pero él impávido no modificaba su postura. Di un respingo cuando volvió a la silla para sentarse mirando hacia mi cama. Volví a estar sereno. Aún con la escasa luz me concentré en ver su rostro, para ver si daba más de sí, pero cada vez que coincidíamos con la mirada él no salía de su docilidad, lo cual me produjo más confianza. Su carita redonda, sus cejitas pobladas, de tez clara. Daba la impresión de estar viendo cosas que no estaban en mi habitación. Por lo que me di cuenta que nuestros cruces ocasionales de miradas eran sólo eso, ocasionales, porque él no parecía verme, lo cual llegó a irritarme. Llega un fantasma a mi habitación y encima ni me mira, ni habla. -¿Fantasma? Pero si los fantasmas no existen, hijo - me dijo mi abuela consolándome luego de irse mi madre a la capital- tenías sueño y lo imaginaste, eso es todo, ¿estamos de acuerdo? -Sí abuelita –contesté para no profundizar en mi duda infantil-. Entonces decidí a hablarle.-¿Cómo te llamas? –Él, irrisible. Sin contestar. Mirando ahora a la pared. Dibujó una sonrisa de oreja a oreja como si estuviera en la butaca de algún circo en vez de estar donde estaba. Mierda, qué molestia pavorosa  me abordaba.  Él se reía luego, como disfrutando mi incomodo. El payaso sería yo. Me habré cansado en esa situación que me quedé dormido. Esa misma noche soñé que era un niño esquimal que acompañaba a su padre a casar animales para quitarles la piel y protegernos del frío. Desperté congelado. El sereno diurno puede ser gélido. Las sábanas desparramadas por el suelo.  Di un brinco para cerrar la ventana. Las cortinas estaban en la posición que las dejó el niño y en la mesita de mi escritorio había una hoja con un escrito que decía, me llamo Juanito. Mamá Martha, en el desayuno, me dijo: “niño, qué has soñado que has reído mucho esta noche”, casi me paso a verte hasta que te callaste”. 
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Foto del autor Samont H.
Textos Publicados: 74
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Descripción

Palabras Clave: EL NIO JUANITO

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Creditos: Sandro Montes

Derechos de Autor: Sandro Montes

Enlace: http://www.megustaescribir.com/obra/64381/la-proba


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GLORIA MONSALVE

un saludo sandro.
me ha gustado leerte, un texto muy bien logrado... y quien podria negar que tales visiones no sean posibles, que hay quienes puedan ver lo que otros no, que puedan incluso interactuar con esos seres....
muy interesante
te dejo abrazos
Responder
September 23, 2013
 

Sandro Montes

Hola GLORIA MONSALVE, aquí te dejo en enlace donde publico mi novela acabada que es la culminación de todos los extractos que publicara en esta plataforma. Te invito a leerlo y, claro, a comentarlo.
Muchas gracias.
http://www.megustaescribir.com/obra/64381/la-probabilidad-el-albedrio-o-las-barajas
El manuscrito está publicado con el nombre de: La probabilidad, el albedrío o las barajas.
Responder
July 18, 2018

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