No importa el motivo por el que hayas caído de tu torre de marfil;
los mortales han de levantarse dos veces por cada caída
que vamos
es mejor que levantarse media vez y así volver a ser un cuerpo que cae.
 
Las hojas tristes del otoño ven pasar ojos desesperados,
tu musiquita de cristal se empaña con el frío de tres meses después del otoño.
 
Es invierno, piel de lobo, corazón de cordero, todo al revés
en un mundo donde no abunda el amor para siempre,
donde quien cae muchas veces se rinde a la suerte y ya no se levanta.
 
Qué será de los genios, los sensibles, los corazones con demasiado corazón,
de ti, de mí,
de todos los mortales buenos que habitan el planeta… ¡no quiero saberlo!
(pues ya cerré la herida).
 
No importa el motivo por el cual hayas caído de tu castillo invisible que habita el aire.
 
¿Tú?
Mi tesoro para siempre,
                                       mis momentos que nunca olvidaré,
                                                                                                mis instantes de magia,
                                        mi vida social,             mis sueños,
                                        cada una de todas mis cosas.