En este lecho muerto ha caído tu cabeza, Pequeña rosa perlada De hojas manuscritas Que la huella de tu sal me condena A vivir por siempre sin vida.   Entre las zapatillas viejas y desteñidas Se rumorean los versos de mi niñez, La cobardía pesa sobre mis hombros, Sobre mis ojos el cansancio de un ayer Y me envuelve tu hoguera a suspiros ácidos del pino   Que se queman al atardecer. Como infanta resentida. Te quiero, te odio, te desprecio, Como tierra curtida Sobre la siembra mi delirio.   Tu rostro veo entre los cardos espinosos Una violeta traes en tu pelo, Tus ojos parecen entregados a la pena, Como mi cuerpo al olvido. Y ahí me quedo recostada   Siendo una sola con mi piel y el pasto Verde que no ha crecido Huelo a tierra húmeda, A leña y a frío, Huelo a tempestad otoñal   A amaneceres perdidos. Me quedo como cántaro agrietado, Sobre la sombra y el vino, Sobre la leche y mis pies desnudos Que  se amoratan inclementes.   Y ya no queda nada. No hay que decir nada, No hay que pensar nada, No hay que resistirse a nada Porque de la nada he salido.   Y el destino me lleva a otro destino.

Nosotros.Tú, ellos.Ustedes.Colores, paraíso.Intenso, poquito.Yo.De nuevo tú.Mariposas, gatos lampiños.Ojeras de estudio.El verso.Otra vez tú,sin mí. Pastos, rocas.Verde y gris.Melodía y guitarra.Mirada, ojos.Comida y rabia.No estás tú.Yo. Sola.Ellos.Ustedes, la eternidad.Aquellos, lejos.Morí.Me viste, viví.  

Ellos.Los de más acá.El espacio intermedio.El silencio.Las últimas hojas de otoño.La primera lluvia de invierno. Todo el añoy luegonosotros.Tú más adelante,yo mirándote la nuca.Entre tu cabello y mi miradaotro universo.Detrás de mi espaldatodos los adjetivos que tengo para dedicarte.Más allá de los sustantivos,cerca de unas escaleras, los verbos.El verbo de la vida, el verbo de las manos.Mis ojos siguen pegados a tu nuca,atravesando el universo.Te paras y te vasy me uno a Ellos en la conversa social.Espero a que sea otro día para ver si algún adjetivo se me cae a tu bocao si un verbo sale corriendo a atrapartey los sustantivos te tienden trampas para ayudarme.      

Tengo ganas de absolutamente nada.La vida cansa y más cuando te empeñasen esconder las penas;penas de cemento, penas pesadas. Si de los veinte años que he vividohe llorado más a escondidas de lo que he comido,¿merecía otros veinte más de sólo alegría, amor y olvido?O ya no merezco más que seguir así, encementada. Si al final estoy acostumbrada;acostumbrada a reír en público a carcajadas,a lamentarme por dentro cuando estoy en silencioy hacer torbellinos de histeria en las hojas de los cuadernos. Lástima no haber tenido la culpa de mis penas,así la desdicha al menos tendría razón de sery no por acciones de terceros.Mas estoy cansada, pero nunca derrotada.  

La noche que cae como bofetada que se hunde en las penumbras de la desolacióny que es tan bella, tan frágil, pero siniestra como una daga,me invita a revivir los sutiles espacios en que solía soñar.  Es como un sube y baja,como un juego de niños, incandescente, pueril;es vitamina para mi imaginación y mis oídosel dormir y paralelamente vivir. Vivir completa, vivir cien añosvivir bajo la noche en el espacio,ahí donde las ideas al despertar se hacen agua,donde el reloj no marca tiempo, sino pasos. Vivir el sueño y despertar llorando,o despertar riendo aferrada a un manto.La vida es sueño como dice Calderón,la vida es sueño en mi almohadón.  

Tarantela.Es lo primero que se me viene a la cabeza si pienso en tu manera de comer.Aguabravacuando te vas después de la tormenta que dejas.  ¿Chevaliers de Sangreal? ¿Preludio en Mi menor de Chopin?Básicamente esas son las melodías que escucho si no estás cerca;como un golpe a la médula que hace botar líquido por los ojos y que no me canso nunca de recibir. La sensación de no tenerte es adictiva y contradictoriaAsí como tenerte también es ambas cosas.Eres la imagen de lo opuesto entre las cosas opuestasy eres lo que yo llamo la equivocación más correcta. Eterna primavera,cuando me alcanzas a sonreír antes que me vaya.El invierno más frío en la ciudad,cuando apenas notas que soy una de tus pasajeras. Y vuelvo a oir a Hans Zimmer y a Chopin.