• ALEXANDER MONTOYA R.
alexmonty
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  • País: Colombia
 
Recojo del mundo, la idea de un nuevo despertar.Escucho gritos de un falso batallar. Anulo mi oido para no desesperar,frente a la tristeza que no logro controlar. De ver a mi pueblo, súplicas implorar,desaparece la alegría, surge la cobardía. Como aquel avestruz que oculta su cabeza en la tierra,es una impotencia que absorve más, cuando un remolinoasecha, que se lleva la fortaleza, impregna desesperanza. Todo gira en nuestra conducta, ideas vienen,ideas van, pero todo permanece como el viento.   
Me pierdo en la selva de tu mirada,y no logro encontrar el sendero que me salve,de las garras voraces de tu indiferencia,quiero permanecer en el asfaltoy sobrevivir a partir de los recuerdosque alimentan mi tristeza. Sin dejar desnutrida la esperanzade que algún día pueda ser rescatado de tuselva prohibida.   
Impulso que se abastece con la soledad,vaso frágil que no soporta la conciencia salvaje,que está marcada por el rigor de los anhelos colectivos. Cada palabra escapa, en el silencio de los sueños eternos.Una luz infinita que resbala por el corazón ausente,reclamando al ser que perdure en el espacio. Donde una nota armoniosa, figura en el coloquio de la pena,batallando como un ejercito de letras, que prevalece en la página de los recuerdos. Lleno de latidos, que fortalecen cual fina estampa,aquellas tristezas, anunciando las horas que alteran la coraza que oculta el tiempo.Para que la imagen de los recuerdos prevalezca en el rincòn más profundo de la razón.   
Latidos
Autor: ALEXANDER MONTOYA R.  469 Lecturas
Lucho en su cuarto día de encierro decide madrugar y ayudarle en los quehaceres a su esposa. – Mija hoy quiero ayudarte en los oficios de la casa, ponte a descansar que me encargo de todo.  - ¿Verdad mi Luchito? Dice Julia.  - Si, mi amor hoy tengo las pilas bien puestas. Dice Lucho.  En ese instante Julia le dice todo lo que debe hacer en ese día, como sacar el perro al parque, limpiar los vidrios de las ventanas, jugar con los niños, arreglar el cuarto de todos.  Lavar la ropa,  sacudir las repisas, brillar los adornos de cobre, limpiar la biblioteca, barrer el piso, trapear, organizar el cuarto de San Alejo, asolear los tendidos, hacer el almuerzo y lavar los platos.  Mientras su esposa todo el día se dedicaría a ver televisión, asomarse a la ventana, y chatear con sus amigas. Julia recibe una llamada de su mejor amiga.  - Hola amiga que bueno que me llamas, como has estado? Espero que muy bien. Pues la verdad hoy me dedico a descansar, ya era justo que todo el tiempo me la pase haciendo oficio en esta casa. A veces he pensado que mi marido es desconsiderado y no me valora. Pero hoy tuvo un gran detalle conmigo me dijo que se dedicaría a todos los oficios. Pues mija yo le dije lo que tenía que hacer, allá está en la cocina revoloteando para tener el almuerzo a tiempo. Y tu como vas? Pregunta Julia a Teresa su mejor amiga.  - Amiga la verdad hoy estoy aquí con los niños porque mi esposo no pudo llegar a tiempo para pasar la cuarentena con nosotros. Se quedó en Estados Unidos, dice que la situación allá está muy difícil que está cumpliendo con las medidas estipuladas por el gobierno para su respectivo cuidado. Estoy muy triste porque contaba con su compañía en estos tiempos de dificultad.  - ¿Qué pena amiga te deseo lo mejor, y como has hecho para suplir tus necesidades? Pregunta Julia.  - Amiga toca pedir todo a domicilio porque no puedo dejar a mis hijos solos, aun están muy pequeños y de pronto les pasa algo. Son como un Tsunami acabando con todo. Lástima que cerraron el Jardín Infantil, me tienen para enloquecer con tanta algarabía.  Mientras tanto Lucho está que no sabe qué hacer con los enredos que se presentan en la cocina, ya que nunca se había dedicado a tales oficios, se le está quemando el arroz, se cortó un dedo al tasajear la carne. Los frijoles están muy duros y fuera de eso aun no ha lavado los platos para servir el almuerzo.  - No le voy a decir nada a mi mujer, soy capaz, sé que es un reto para mí. Yo puedo y creo en mí. Decía Lucho en medio de sus enredos culinarios.  Lucho observa a Julia en el corredor de la casa, tomando el sol echándose bronceador en las piernas, brazos y cara. Mientras Mateo como un autómata se funde con la pantalla del computador jugando cuanto juego busca para distraerse en medio de aquel encierro.  - ¡P#t@! miércoles, me quemé. Dice Lucho.  Julia no escucha nada, ya que acaba de colocarse los audífonos y está tarareando su canción favorita.  A Lucho se le riegan los frijoles y definitivamente el arroz se le quemó. Por allá en el fondo se escucha la voz de Mateo. ¡Mamá huele a quemadooo!, cómo Julia está tomando aire aun no percibe el olor.  Lucho está enredado y se dirige a la alacena para tomar la vajilla, este alcanza a tenerla en sus brazos porque recoge todo lo que hay en la alacena pero se resbala y eleva lejos platos y tazas. Lo único que dice es: - Juuuliaaa. Aichhhhchh uichhh. Que caída tan macha. Julia, Mateito ayuda, ayuda.  Llega Julia histérica con gestos de inquisidora, si las miradas mataran lo habría exterminado. – Qué hiciste, inútil, no podías haber hecho las cosas al derecho. Mira que desorden, la cocina como la dejaste. Que desastre. ¡Ay Dios! mi vajilla. La que tanto me recomendó mamá que cuidara, la que nos dió el día de nuestro matrimonio. Eres un desconsiderado, mira todo el oficio que me acabas de dejar. Quita de aquí.  Lucho con cara de cordero degollado le dice a Julia: - Mira amorcito, traté de hacer las cosas bien, pero no me salieron como quería, sé que me hace falta practica y yo pensé que te podía sorprender.  Pues sabes que sí. Dice Julia.   - Me sorprendiste, mira todo como lo dejaste.  - Perdóname Julia. Amorcito.  - Qué amor ni que ocho cuartos. Mi vajilla, santos cielos, mi vajilla.  Aquella tarde solo se escuchaba a Julia llorar desgarradamente por su tan apreciada vajilla, Mateo solo dirigió su mirada hacia Julia y le replicó a su padre: - Papá supéralo, deja el achante y dedícate a lo tuyo a lo que saber hacer los fines de semana cuando estás en casa.  Lucho postrado en el sofá enciende la tele, se emerge en las notas deportivas de partidos pasados y en los reportajes y noticias de actualidad.  - Ánimo papá otro día será. Y Mateo continúa sumergido en sus juegos de desparche.   Pobre Lucho que no pudo cumplir con lo prometido. Quería ayudar y sorprender a su esposa pero lamentablemente le aumentó más trabajo del que tenía.  Pero Luchito sé que aprenderás. Recuerda de los errores también se aprende. Ánimo Lucho para la próxima tendrás la oportunidad de desquitarte y demostrar tus capacidades. Además te queda buen tiempo de la cuarentena para que mires tutoriales.
Ana llama desde la oficina a su mamá para saber cómo está, pues antes de salir de casa había manifestado malestar general y una tos. Por tal motivo quiso saber cómo seguía. Esta le dice que está un poco mejor, pero que no pudo usar el calentador de agua porque dejó de funcionar, que además la lámpara de la cocina se había fundido. Y no solo eso que la instalación de la olla arrocera estaba presentando problemas. Y lo peor no había gas domiciliario porque estaba en mantenimiento. La empresa había anunciado con tiempo ese proceso.  - Santo cielo, que es esto, todo eso ha ocurrido el día de hoy? Dice Ana.  - Si hija, no sé porque pero la verdad hoy en la casa ha ocurrido todo ello. Dime que hago hija, no he podido bañarme, ni siquiera he puesto el arroz. Estoy atrasada en el oficio. Por lo que tú ya sabes no he tenido buena disposición.  - Mamá tranquila voy a llamar a la empresa de mantenimiento eléctrico que es la que siempre nos ha solucionado los inconvenientes en la fábrica, que me envíen a casa una persona para que me solucione esta situación.  Ana toma su libreta de notas y busca quien le ayude a solucionar el problema eléctrico que se le ha presentado en el hogar. Allí en aquel lugar le envían una persona.  Doña Leonor preocupada por el almuerzo llama de nuevo a su hija le comenta que no ha podido cocinar los alimentos y que de la empresa de mantenimiento eléctrico todavía no habían llegado. Ella por seguridad desconectó el sistema eléctrico y que por tal motivo no  alcanzaba a tenerle todo a tiempo. La hija le dice que no hay problema que le va a pedir un servicio a domicilio de un restaurante cercano para que puedan almorzar y le tenga también el almuerzo a su hijo que llega del colegio. Y que ella mejor almuerza cerca a la fábrica.  Siendo las 2 p.m. llega Felipe del colegio descarga el maletín en el sofá de la sala, se va a lavar las manos, se dirige hacia el comedor mientras su abuela le sirve el almuerzo, ella lo ha esperado para almorzar juntos.  Terminan de almorzar y Felipe se dirige al cuarto. Se da cuenta que no hay energía en casa y le dice a la abuela que se irá para donde Ricardo que allá hará las tareas.  A las cuatro de la tarde Ana llama de nuevo a la mamá para saber si ya llegó la persona encargada de la revisión eléctrica. Doña Leonor le dice que aun no y que está preocupada ya que no debe conectar de nuevo la energía puesto que puede ocurrir un corto circuito.  Ana le dice que espere a que llegue la persona para que le solucione el daño.  Siendo las cinco de la tarde tocan a la puerta, el señor pregunta por doña Leonor, ella le dice que con ella habla. El señor se presenta y le dice que se llama Félix, que viene de parte de la empresa de mantenimiento eléctrica, se disculpa por llegar un poco tarde, ya que había hecho arreglos en otros lugares y que con mucho gusto viene a chequear el sistema eléctrico y por consiguiente solucionar el problema.  Leonor le comenta a don Félix los antecedentes presentados y este comienza a hacer el respectivo chequeo.  Mientras tanto don Félix continúa con el chequeo. Al rato le dice a doña Leonor que el daño es muy grave que puede solucionarle una parte pero que debe comprar unos cables eléctricos y tomacorrientes para solucionar el problema. Doña Leonor le pregunta si esos materiales no los traía, él le dice que no, porque se le habían agotado en los arreglos de otras viviendas.  Este sale de la vivienda y se dirige a conseguir los implementos. Ya pasadas las 8 p.m. Llega Ana, y encuentra a su madre en la ventana aburrida escuchando la radio, además escucha que el gobierno a decretado por pandemia que  todos los habitantes entrarán en cuarentena total desde el martes 24 de marzo hasta el lunes 13 de abril de 2020. Ana preocupada le pregunta a su madre que porque aun no han arreglado el sistema eléctrico, ella le comenta que el señor salió a conseguir los materiales y que aun no sabe que sucedió por la demora. Ana le dice que hay que tomar medidas para la cuarentena y que va a aprovechar a ir al supermercado a comprar los alimentos necesarios.  Siendo las 8:30 p.m. aparece el señor y les dice a las señoras que le tocó ir hasta la empresa a ver qué materiales podía traer para el arreglo.  Ya pasadas las horas a este se le presenta una situación que su vehículo se vara y que no podía solucionarlo en el momento. Que no sabía qué hacer ya que estaba muy tarde. Doña Leonor consulta con su hija Ana y le dice pues que se quede y que por la mañana solucione su problema y lo que faltaba de la parte eléctrica. Además estaba cayendo un aguacero que dificultaba la revisión del vehículo.  Félix logro instalar de manera provisional la energía. Lo que no recordaba era que en su pueblo hacia donde se dirigía no iban a dejar pasar porque la carretera estaba mala había un derrumbe. Todo se había complicado.  A lo anterior sumarle lo de la cuarentena. Leonor y Ana tuvieron que tomar medidas para enfrentar  y más aun con un inquilino por accidente que tenían que acoger ya que la empresa donde este trabajaba cerró sus puertas por medidas de salud y del gobierno nacional.  Doña Leonor preocupada por una boca más y lo peor que el señor Félix no tenía la forma de cambiarse y mucho menos de devolverse a su casa.  Doña Leonor y Ana  hay que mirarle el lado positivo, van a tener quien las acompañe durante la cuarentena arreglándole lo que se les dañe. Y Felipe podrá tener con quien compartir temas de futbol. Así que al mal tiempo buena cara.
Leticia y Arnoldo son una pareja de esposos que hace un tiempo atrás dejaron de amarse con intensidad, debido a varios problemas familiares y a la misma rutina del diario vivir. Ella por su trabajo en una empresa de seguros y él por sus labores en el campo del derecho. Mantienen muy ocupados y a veces en la noche que alcanzan a verse unos cuantos minutos, solo se saludan y se preguntan de cómo les fue en el día. Luego Leticia se dirige a la cocina a preparar un café con unas galletas, pasan al comedor, comparten un instante, se miran a los ojos, con una sonrisa  cierran el cortejo superficial, al terminar el café Arnoldo le da las gracias a Leticia este revisa el periódico y luego ve televisión. Lo ataca el cansancio y se queda dormido en el sofá. A veces su mujer lo llama para que duerma en la cama, pero en otras ocasiones ella se queda tan profunda que él amanece en el sofá. La rutina perfecta para que el amor vaya en decadencia. Arnoldo ha soñado con ser padre, pero Leticia nunca ha pensado en esa parte ya que por las ocupaciones y con el hecho de convertirse en una gran profesional para alcanzar sus sueños, no ha estado entre sus planes el de ser madre. Porque además piensa que no está preparada física y psicológicamente. Él no ha podido superar esa parte ya que piensa que ya es el momento. A ella no se le puede tocar el tema porque siempre llegan a la discusión sacando cada uno sus argumentos. Otro día más y otra más de rutina. Arnoldo de nuevo revisa el periódico observa las víctimas por un virus procedente de China, más preciso de una región conocida como Wuhan y como se ha expandido por varios lugares como Italia, Estados Unidos y Colombia donde ya se empiezan a ver infectados lo corrobora con las noticias de la televisión y se entera de las normas que el gobierno nacional implementa para enfrentar la crisis de la Pandemia a partir del 23 de marzo de 2020 hasta nueva orden para levantar la cuarentena. Arnoldo le cuenta a Leticia sobre dicha situación y así poder ajustarse a las medidas gubernamentales. Les toca enfrentar la cuarentena juntos. En el primer día de cuarentena Arnoldo se levanta más temprano que de costumbre, le prepara el desayuno a su mujer. Para ella es una gran sorpresa porque es volver a recordar su primer día de casados donde su esposo la sorprendió con un desayuno y una rosa. Esta le agradece y disfruta de tan excelente manjar. Arnoldo se dedica a realizar unas cuantas labores de la casa, y Leticia pasadas unas horas se levanta y prepara el almuerzo, algo que hacía tiempos tenía olvidado porque por lo general siempre los dos almuerzan por fuera del apartamento. En la noche Arnoldo pide la cena a domicilio, coloca música, enciende las velas y selecciona de su bar un vino añejo del 82 que guarda con gran recelo para una celebración importante y él cree que es el momento de destaparla. Ya que en el día tuvo la oportunidad de meditar sobre lo bueno y malo que ha pasado en la relación y esto se lo hace saber a Leticia durante la cena.  Leticia no lo puede creer pero aprovecha también el momento para recapacitar también de todo y de hablar con su esposo del tiempo perdido. Los dos en medio de las copas aprovechan el momento y disfrutan de una noche de pasión. Este es el momento para que la pareja puedan reavivar la chispa del amor. Que ha estado tan dormida. Durante los últimos años. Arnoldo esta es la oportunidad para que pueda encargar con su mujer el hijo que tanto desea tener, y quién quita haya más unión familiar. 
Eduardo antes de iniciar su cuarentena se armó de herramientas especiales para pasar el tiempo aislado de su mundo, de su rutina y de sus amistades. Entre las herramientas de artillería como él las llama, tiene unos binoculares que en su superficie cuenta con un estampado camuflado poco detectable desde la distancia. Al frente del edificio donde habita, hay un hermoso paisaje donde se divisa la montaña. Pero a los lados hay bloques de apartamentos con una distancia considerable, que a pesar de estar en medio de la soledad de la selva de cemento, aun permanecen vivas las personas, resguardándose de un virus mortal. Eduardo escanea los alrededores con los binoculares, observa la montaña, el verde de los arboles, y algunos campesinos que hacen un chequeo a sus siembras. Además observa los balcones de los bloques vecinos, su curiosidad lo incita a saber que hacen. En algunos apartamentos se encuentran personas viendo televisión, adultos mayores sentados en sillas mecedoras, una señora tejiendo, un niño jugando con su perro, un adolescente por la ventana mirando el firmamento, otro escuchando música desde su celular, otro joven concentrado con su videojuego, otra persona bebiendo cerveza, una señora aun con la ropa de casa haciendo sus oficios, y la chica que más le gusta con una toalla enrollada en su cabeza tiene puesta una bata de baño, está limándose las uñas. Y otra pareja haciendo el amor sin ningún tapujo, dándole libertad a sus cuerpos y rienda suelta a la imaginación de algunos voyeristas insaciables.  No les importa que alguien los esté mirando pues se dejan llevar por sus instintos salvajes. Eduardo se queda atónito y con la curiosidad de un adolescente retrocede unos cuantos centímetros del balcón y se esconde tras las cortinas de la ventana que está al lado de la baranda. Para esperar la culminación de tan magnanime evento. Su madre algo inquieta de ver la forma como está oculto tras las cortinas lo llama y le pregunta: - ¿Qué haces? Él de forma rápida se sale de la situación con una respuesta desconcertante: - Estoy esperando que algunas aves se acerquen al balcón para darles un poco de alimento.  ¿Y por eso te ocultas? Si mamá.  El guardando los binoculares con rapidez detrás de la cortina mira a su madre con esa inocencia cinematográfica que podía caracterizar a dicho personaje. ¿Que más hago mamá? Aquí pasando el tiempo. Ya ordené mi cuarto, saqué al perro por el parque a hacer sus necesidades. Hice las tareas que me enviaron los profesores a través del correo. Quiero dedicarme a observar aves. Con lo anterior queda establecido que para algunos jóvenes o adultos en tiempo de crisis y de cuarentena buscan ocupar su tiempo inventándose actividades para recrear su mente y convencer a los demás que están haciendo algo útil. ¡Si, como no! Jajajaja.

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